Empece a soñar contigo

Empecé a soñar contigo, y ya era de día,
una historia en la que tus lágrimas escondían una sonrisa
y dudosa tras tu miedo asomaba insegura una ilusión.
Presuroso, me dispuse a cuidar de tus heridas
y me hice solo tuyo, al gran logro de besarte
pues el corazón condenó a mi boca sometida,
entregándosela a la tuya; entregándome a la ironía
de ver que aún no eres mía y que sufro por tu amor.


Suspiré y en sueño bebimos de una copa de culpa
por aquellos nuestros viejos amores,
los muertos y los que agonizan por no dejarnos ir;
los que nos llaman -¡infames!-
solo por ser imperativo nuestro… volver a vivir.
Y así nos reprochan por querer rozar el cielo,
pues el mismo aún no es ni anhelo
y sólo está en tus manos el podernos eximir.


Con angustia tornose todo extraño de nuevo,
y quebraste mis brazos abiertos, al huir tú de mí;
dejando dos gotas de risa y tu piel en mis labios
y yo de rodillas, junto a los besos que perdí
haciéndome el tonto, jurando ser loco;
gritado que nunca amarte sentí.
Y sabrás mas que nadie que aquello es mentira,
que tú eres mi vida y que muero por ti.


Empecé a soñar contigo y hería ya el día,
cuando volvió mi sonrisa al sentir tu valía;
al morir la tristeza de encontrar mal final
pues llegaste y te fuiste colmando mi alma de sosiego.
Porque adiós no pronunciaste al darme la espalda,
Sostuviste un beso y lo lanzaste al aire en mi dirección.
Y entre sueños soñaba que la mañana inspirada
me regalaba la historia del amor, tú y yo.

De Manuel para Yovana